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Enfermedad neurodegenerativa: mejorar los resultados a través de la nutrición

Dos batidos de arándanos sobre una mesa de madera salpicados de arándanos, eligiendo una nutrición saludable para combatir las enfermedades neurodegenerativas.

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Según el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de los Estados Unidos, los trastornos neurodegenerativos afectan a más de 7,2 millones de estadounidenses,1 y probablemente a muchos más si se incluye a aquellos con deterioro cognitivo leve. Estos trastornos son enfermedades debilitantes que afectan la función neuronal y afectan el funcionamiento de manera progresiva a lo largo del curso de la enfermedad. Si bien la edad es un factor importante en el riesgo de aparición, los factores genéticos y ambientales también desempeñan una función.1 Ya se ha demostrado que la adopción de un enfoque nutricional para mejorar los síntomas de estos trastornos resulta beneficiosa en algunos pacientes, y se han sugerido estrategias de nutrición personalizadas como herramientas preventivas.

Los trastornos neurodegenerativos más frecuentes son la enfermedad de Alzheimer (EA), la enfermedad de Parkinson (EP) y la esclerosis múltiple (EM). Tanto la neuroinflamación como el estrés oxidativo y la disfunción mitocondrial se han observado en la progresión de estas enfermedades.2,3 Si bien no hay cura para estos estados de enfermedad, los tratamientos clínicos para los síntomas de EA, EP y EM pueden incluir medicamentos, modificaciones en el estilo de vida y algunos otros tipos de terapias.4-6 Las terapias de estilo de vida pueden incluir alimentos específicos, suplementos naturales y planes de alimentación. Por ejemplo, en la EP, el tratamiento de cada paciente se personaliza según sus síntomas y la progresión de su enfermedad y puede incluir apoyo nutricional con:

  • Antioxidantes5
  • Polifenoles7
  • Resveratrol8
  • Una dieta de estilo mediterráneo5,7

De los alimentos a los nutrientes y a los patrones nutricionales: prevención y tratamiento

Se han investigado las propiedades neuroprotectoras de ciertos nutrientes y patrones nutricionales. En dos estudios intersectoriales recientes, se halló una relación entre la mejora de la calidad de la dieta y el cumplimiento de pautas de alimentación que dan énfasis al consumo de frutas, vegetales, pescado y fibra, y una mejor cognición entre personas con y sin deterioros cognitivos.9,10 Además, en la investigación reciente de las enfermedades neurodegenerativas han aparecido ciertos nutrientes como los ácidos grasos omega-3 y la vitamina D, y dietas específicas como la mediterránea y la cetogénica, que sugieren beneficios en la prevención, el retardo de la progresión de la sintomatología de la enfermedad y la mejora de la calidad de vida de los pacientes.11-17

NUECES DE NOGAL

Las nueces de nogal son una fuente rica de ácidos grasos omega-3 y antioxidantes, y se han estudiado por sus posibles beneficios antiinflamatorios en la salud del cerebro. Una revisión de 2020 observó que los resultados de una combinación de estudios en animales y seres humanos sugieren que la incorporación de nueces de nogal a la dieta de un paciente puede mejorar la cognición y reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como la EA y EP.18

En un ejemplo, un ensayo clínico aleatorizado de 2015 con 447 participantes cognitivamente sanos complementó la dieta mediterránea antiinflamatoria con aceite de oliva extravirgen (1 l/semana) o diversos frutos secos (30 g/d, incluyendo 15 g de nueces de nogal).19 Si bien los resultados indicaron que las dos dietas complementadas mejoraron el desempeño cognitivo general, solo la dieta complementada con nueces informó una mejora significativa en las pruebas de memoria en comparación con el grupo de control.19 Para ampliar este ensayo clínico, un ensayo controlado aleatorizado (ECA) de 2022 (n = 224 participantes con obesidad abdominal o dislipidemia) investigó los efectos de las dietas mediterráneas complementadas con niveles más altos de polifenoles, incluyendo 28 g de nueces de nogal al día, sobre la atrofia cerebral relacionada con la edad.20 Después de la intervención de 18 meses, los resultados indicaron que una mayor ingesta de polifenoles (en forma de mankai, una planta acuática rica en compuestos polifenólicos, así como de té verde y nueces de nogal) y un menor consumo de carnes rojas y procesadas se asociaron significativa e independientemente con una reducción en la atrofia cerebral (medida por el puntaje de ocupación del hipocampo) en comparación con los controles.20

RESVERATROL

El resveratrol es un polifenol que se encuentra en muchos alimentos, como los arándanos, el chocolate amargo y las uvas, y es conocido por sus muchos beneficios, tales como sus efectos antioxidantes, antiinflamatorios y neuroprotectores. Los estudios en animales e in vitro han sugerido que el resveratrol tiene el potencial para mejorar varios estados de enfermedad, incluidos los trastornos neurodegenerativos.21 Los resultados de los ensayos clínicos en seres humanos también han sido prometedores.

Específicamente para la EA, dos revisiones sistemáticas de 2022 investigaron los efectos de la suplementación con resveratrol en el desempeño funcional y cognitivo de pacientes con EA. Los hallazgos indicaron que el resveratrol retrasó el deterioro cognitivo en pacientes con EA22 y mejoró los puntajes de EA y de volumen cerebral de los pacientes.23 En otras poblaciones, un ECA de 2017 con 80 mujeres posmenopáusicas (de 45 a 85 años) informó que, después de que el grupo de tratamiento recibiera 75 mg de resveratrol dos veces al día durante 14 semanas, mostró una mejora significativa en la memoria verbal y en el desempeño cognitivo general.24

GINGKO BILOBA

Se ha sugerido que el extracto de las hojas de gingko biloba mejora la función cognitiva y beneficia a los pacientes con EA; sin embargo, los ensayos clínicos no han sido homogéneos, y la investigación continúa.25,26 Una revisión de 2020 analizó los resultados de ensayos clínicos aleatorizados y reveló que, entre aquellos con resultados negativos, los participantes tendieron a ser adultos jóvenes saludables, las dosis fueron principalmente de 120 mg o menos y las duraciones del tratamiento fueron en su mayor parte inferiores a las 12 semanas.25 En los ensayos clínicos positivos, los participantes tendieron a ser pacientes ambulatorios de edad avanzada, las dosis fueron, en general, de 240 mg o más y las duraciones del tratamiento fueron en su mayor parte superiores a las 22 semanas.25 A partir de estos datos, la revisión sugirió que, si bien todavía hay controversia, el extracto de hojas de gingko biloba puede mejorar la función cognitiva en pacientes con demencia leve con una dosis apropiada y administración a largo plazo.25

CAROTENOIDES, VITAMINA D Y OMEGA-3

Con respecto a la EA, la forma más frecuente de demencia, muchos nutrientes que actúan como agentes antioxidantes y antiinflamatorios pueden influir en los mecanismos asociados con la patología de la enfermedad. Estos incluyen:15

  • Compuestos fenólicos (presentes en el aceite de oliva, la cúrcuma, las bayas, etc.)
  • Ácidos grasos omega-3 (presentes en el pescado, las nueces de nogal, etc.)
  • Vitaminas liposolubles (vitaminas A, D, E, K)
  • Isotiocianatos (presentes en los vegetales crucíferos)
  • Carotenoides (los pigmentos de las plantas anaranjadas, amarillas y rojas)

Las propiedades neuroprotectoras sugeridas de estos nutrientes están respaldadas en gran medida por estudios epidemiológicos; sin embargo, también hay respaldo de ensayos en seres humanos. Debe destacarse que, en 2018, un ECA doble ciego sugirió que la suplementación diaria con carotenoides (luteína, zeaxantina y mesozeaxantina) mejoró la memoria en adultos saludables.27 Además, un ECA doble ciego de 2022 (n = 77 pacientes con EA leve a moderada) reveló que, en comparación con el placebo, una intervención de 12 meses de carotenoides complementarios diarios (10 mg de luteína, 10 mg de mesozeaxantina y 2 mg de zeaxantina) más 1 g de aceite de pescado (500 mg de DHA y 150 mg de EPA) más 15 mg de vitamina E mejoró las medidas de gravedad de la EA, tales como el comportamiento, la memoria y el estado de ánimo.28

Con respecto a la situación de la vitamina D y la salud cerebral, los resultados de un metanálisis de 2019 indicaron que la deficiencia de vitamina D puede ser un factor de riesgo para la demencia o EA.13 Este metanálisis incluyó seis estudios de EA con un total de 14 618 participantes y 11 estudios de demencia con un total de 21 784 participantes.13 Un estudio de cohortes de 2020 agregó pruebas a esta conexión, al sugerir que la situación de la vitamina D más las variables poblacionales y sociológicas afectan la cognición.29

Esclerosis múltiple

Además de otros factores como la edad, los bajos niveles séricos de vitamina D también pueden aumentar el riesgo de desarrollar EM. Como tratamiento para los pacientes con EM, una revisión de 2020 resaltó los posibles beneficios del tratamiento con vitamina D, incluida una posible reducción de la actividad y gravedad de la enfermedad.30 La revisión informó, también, algunos posibles riesgos del tratamiento crónico con altas dosis de vitamina D después de la resolución de la deficiencia inicial.30 Asimismo, se han investigado los ácidos grasos omega-3 y el aceite de pescado para retardar la progresión de la EM en adultos, y una revisión de 2019 de estudios en seres humanos concluyó que estas suplementaciones pueden reducir las tasas de recaída y los marcadores inflamatorios, así como mejorar la calidad de vida general de los pacientes con EM.16 Combinando los dos tratamientos, un ensayo clínico controlado aleatorizado de 2018 con 53 participantes evaluó una dosis diaria de ácidos grasos omega-3 (dos cápsulas con 500 mg de DHA y 106 mg de EPA) y suplementaciones con vitamina D3 (50 000 UI de colecalciferol quincenalmente) y midió el impacto en los síntomas de EM.31 Después de 12 semanas, el grupo de tratamiento informó una mejora significativa en los puntajes de estado de discapacidad y estado metabólico en comparación con el grupo de placebo.31

DIETAS MEDITERRÁNEA, DASH Y CETOGÉNICA

Las intervenciones enfocadas en dietas de estilo de vida, como la mediterránea, la cetogénica y la paleolítica modificada, han tenido prometedores resultados de salud. La educadora del IFM, la Dra. Terry Wahls, ha liderado investigaciones en intervenciones de nutrición y estilo de vida para pacientes con EM. En un estudio, las intervenciones nutricionales mejoraron el estado de ánimo y la cognición autoinformados en pacientes con EM.32 Resulta interesante que el componente alimentario pareció tener mayor impacto en estos resultados que los componentes de salud física y mental del programa.32 

La dieta MIND, que es la dieta mediterránea combinada con la dieta DASH (enfoques alimentarios para detener la hipertensión), se sugiere para reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.15,33 Además, ciertos alimentos y nutrientes destacados en la dieta mediterránea, como el aceite de oliva, los frutos secos, los ácidos omega-3 y los carotenoides, han demostrado ser prometedores en cuanto a mejorar los resultados de los pacientes con EA.11,27 La dieta cetogénica también ha mostrado potencial en estudios en animales y seres humanos para reducir los síntomas de los pacientes con EA y EP gracias a sus propiedades neuroprotectoras.17,34 Dado que las dietas cetogénicas son de naturaleza restrictiva, la aplicación de esta estrategia de alimentación a la población de edad avanzada o a pacientes con trastornos neurodegenerativos debe hacerse con precaución, considerando una ingesta suficiente de nutrientes y manteniendo un apetito sano.

Consideraciones de tratamiento y aplicaciones prácticas

Los programas nutricionales pueden tener un efecto dramático en la prevención y el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas. Desde reducir los marcadores inflamatorios y la gravedad de los síntomas hasta mejorar los resultados y la calidad de vida, la nutrición es una parte esencial de la intervención clínica personalizada de un paciente para las enfermedades neurodegenerativas. Una estrategia de medicina funcional para la prevención y el tratamiento de la neurodegeneración puede incluir los siguientes elementos:

  • Planes de alimentación terapéuticos como el plan de alimentación para las mitocondrias del IFM, que se centra en la biogénesis mitocondrial.
  • Apoyo nutricional a través de patrones alimentarios y nutracéuticos que potencien agentes antioxidantes y antiinflamatorios específicos.
  • Colaboración paciente-profesional para ayudar a sostener las modificaciones en el estilo de vida.

Aprenda más sobre el apoyo a pacientes con afecciones cognitivas y neurodegenerativas en el módulo de práctica avanzada sobre biogenética del IFM.

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